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> ’ndice de la serie

La serie de Imágenes de la Fe, el Poder y la Vida: El Mito y lo Divino Femenino, se basa en las esculturas oaxaqueñas de la Virgen María de la época colonial española y se relaciona con un arquetipo femenino. Las imágenes de la feminidad divina que vi en Oaxaca originalmente fueron creadas como arte sublime, con el propósito de convertir a los indígenas mexicanos y también de enseñarle a los conquistados el principio útil del martirio. Este principio es también útil al moldear el carácter femenino. Aunque estas imágenes me hacen desear un modelo femenino mas completo, encuentro profundamente llamativas la modestia y la asertividad gentil de las mujeres mexicanas. Mi perspectiva fue la de una americana cansada del tono descarado, la inagotable autopromoción y competencia que demanda la cultura consumista americana y que perdona casi cualquier mal comportamiento por el interés de seguir adelante. La fe en México es sólo eso: una creencia no cuestionable, no sujeta a la disección intelectual de la cultura secular. En aquella, también, hay algo profundamente seductor y poderoso mucho mas allá del alcance de la lógica y algo que quería honrar inadulteradamente en mi arte.

El famoso intelectual Joseph Campbell escribe en el Poder del Mito que “los Mitos son claves para el potencial espiritual de la vida humana ... los temas son anacrónicos y la interpretación es cultural ... los mitos ofrecen modelos de vida. Pero los modelos deben ser apropiados para la época en la que se vive ... el orden moral debe acomodarse a las necesidades morales de la vida cotidiana del aquí y el ahora”. A través de mi vida he sentido que hay un vacío importante en la imaginería icónica femenina — muy a pesar de mi amor por la belleza de lo divino femenino representada en las esculturas eclesiásticas — que fracasa al intentar capturar efectivamente el imponderado personaje femenino en toda su complejidad, relacionado con mi vida y los modelos que he seguido y admirado.

Cuando me encontré por primera vez con el arte mexicano sentí afinidad con las contradicciones que frecuentemente encarna: ternura junto a severas injusticias, humor dulce y solemne, color gozoso y saturado englobando escenas de la vida que son ridículas, respetuosas, trágicas, mágicas o simplemente divertidas. Contradicción, respuestas difíciles e incómodas, lo francamente emocional encapsulado en lo intelectual que no disculpa, son marcas de mi trabajo previo en teatro. Esta serie de pinturas se convirtió en una mezcla cultural que confrontó a mi propia tradición crítica americana con el tema abiertamente espiritual y emocional de la religión, central en el arte y la cultura mexicanos. Y para mí también, si he de ser honesta conmigo misma, aunque estoy divorciada de la religión formal. Al intentar visualizar algo tan monumental como la feminidad divina que tuviera real relevancia para mí, la tradición del sincretismo mexicano se convirtió en mi guía. El Diccionario de la Herencia Americana define sincretismo como “reconciliación o fusión de diferentes sistemas de creencias, como en filosofía y religión, especialmente cuando el éxito es parcial o el resultado es heterogéneo.” La imaginería sincrética de México, la mezcla imperfecta y compleja de ideologías, mitologías, fuerzas sociales y estilos artísticos, todos contradictorios, me inspiraron a trabajar desde el corazón, desde los anhelos del espíritu y las exigencias del intelecto. Procedí con preguntas honestas, que no necesariamente tienen respuestas que el lenguaje pueda contener.

Fue importante para mí que las pinturas de Imágenes de la Fe, el Poder y la Vida no se burlaran de los arquetipos femeninos en los que se basan. Burlarse seria demasiado fácil, demasiado superficial, y aunque iluminaría el vació no honraría el poder y legitimidad que las vírgenes representan — la trascendencia del sufrimiento y la gentileza — ni serviría para llenarlo; merece mas.

En la búsqueda de algo mas relevante para mi propia experiencia, comencé a combinar imágenes de la divinidad femenina de diferentes culturas o, a veces, simplemente de diferentes tiempos. Por ejemplo, la cultura antigua mexicana consideraba a las serpientes como poderosas fuerzas del bien — dadoras de vida, hacedoras de lluvia, emisarias de fertilidad — hasta la introducción del catolicismo. Luego la serpiente se convirtió en la encarnación del mal. La misma cultura, el mismo símbolo, una interpretación profundamente diferente. Mientras mas estudiaba la mitología, mas coincidía con la observación de Campbell: las mismas preguntas, temas, viajes de descubrimiento, madurez, o transformación, y de hecho las mismas imágenes y símbolos ocurren en diferentes culturas. Desde el árbol de la Vida y la Sabiduría y la Virgen de la Concepción hasta el sacrificio de un héroe por la salvación o mejoramiento de los seres humanos, los mitos persisten. Pero adquieren connotación — el sentimiento de lo que son, su carga positiva o negativa — basados en el contexto histórico en el que ocurren. Decidí usar algunos de estos temas eternos e imágenes en inesperadas relaciones para impulsar al espectador mas allá de la ventana limitada de nuestro propio tiempo y cultura. Al llenar el vació de arquetipos con una variedad de imágenes míticas de diferentes tiempos y culturas lo divino femenino emerge mas constante, mas grande, mas complejo y mas verdadero.

—Susan "Montana" Murdoch